domingo, 6 de marzo de 2011

"PRIMAVERA-PINCELADAS DE ESCULTURA"

Un avión. Ahora, cuando duermo, aparece un avión. Antes eran trenes los que recorrían mis sueños. Mis pesadillas estaban llenas de trenes.
Trenes que llegaban. Trenes que partían. Traían pasajeros. Y luego se alejaban vacíos.
Ahora han desaparecido los trenes. El último se llevó a René.
René fue nuestro vecino. El primer vecino holandés.
Mi mundo estaba dividido en dos partes. Una parte se hallaba entre las montañas de mi país natal. La otra estaba aquí, junto al Ijssel. Nunca quise que fuese de este modo. Pero no tuve elección. La elección se me escapó de las manos.
Vivo en una esquina. A la derecha no hay otras casas. René vivía a la izquierda. La primera vez que lo vi fue en el jardín trasero. Tiempo después este jardín sería casi el único lugar donde lo encontraba. Todos los recuerdos que tengo de él están relacionados con el jardín.
René desapareció con el último tren, pero su jardín existe todavía.

¡Cuándo ocurrió exactamente?
Ya no recuerdo las cosas con mucha precisión. Pero la primera vez que vi a René fue hace unos siete años, en marzo o abril.
Yo era un refugiado y me ofrecieron una casa. Nos acompañó una persona del ayuntamiento. Aunque el camino estaba al otro lado, nos llevó a lo largo del Ijssel, sobre el dique. Quería mostrarnos los alrededores de nuestra futura casa. Entramos en un sendero entre prados, donde había viejas granjas. Llegamos al barrio e inesperadamente nuestro guía se paró ante la puerta de la última casa.

Dejé mi maleta en la sala vacía y fui a mirar por la ventana. Detrás de la casa había un canal. No estaba acostumbrado a esa vista. Ahora tenía ante mí todo lo que nos había mostrado el hombre del ayuntamiento. Los prados verdes. Los tractores. Los almiares de heno cubiertos por un plástico negro. Las vacas que pastaban. El dique que desaparecía a lo lejos, detrás de los árboles. Y la gente que sacaba a pasear a sus perros.
Antes, cuando miraba por la ventana, veía montañas. Quise ir al jardín trasero, pero no supe con qué llave abrir. Me abrió la puerta nuestro guía. La hierba del jardín estaba crecida. Hasta ese momento todavía no había pisado la hierba holandesa.
Miré hacia el jardín de René, mi vecino. Lo primero que llamó mi atención fue su ciruelo. El árbol todavía no tenía frutos, no, pero al poco tiempo, ese verano, vería brillar al sol las ciruelas que colgaban de las ramas con sus colores mágicos, azul, negro y morado.
Unos días más tarde me encontré con René en el jardín. Era alto. Una cabeza más alto que yo. Tenía cuarenta y siete años y el pelo rubio. Yo tenía entonces treinta y tres y el pelo negro.
-¿Hola! -me saludó contento-. Parece que eres mi nuevo vecino.
En el centro de acogida había aprendido algo de neerlandés, pero todavía no podía hablarlo y charlar.
-Sí, sí -dije retrocediendo-. Soy el vecino.
La verja era baja y estaba en mal estado, pero no por ello dejaba de ser una separación. Primero pensé que René vivía solo, pero no era así. De vez en cuando aparecía una jovencita tras la ventana. Una jovencita de quince o diecisiete años.
Hubiera podido construir unas pocas frases:
"¿Quién es la chica que aparece de vez en cuando en la ventana?
"¿Es tu hija?"
"¿Por qué vives solo con tu hija?"
Pero no usé ninguna de esas frases. Yo no tenía nada que ver con su vida.
Pero tanto si mi curiosidad era normal o no, las preguntas no dejaban de surgir.
¿Tenía René esposa?
No lo sabía.
"¿Dónde está tu esposa?", hubiese podido preguntarle.
Pero no estaba bien. Eran preguntas que no se hacían. Se llega a saber todo de los vecinos o simplemente se deduce del entorno. No obstante, para obtener de ese modo respuestas a mis preguntas, los recursos de mi vocabulario eran todavía demasiado reducidos.
Nosotros éramos los recién llegados. Los extranjeros. Aún no nos asimilaban. Tendríamos que esperar largo tiempo antes de conocer los secretos del barrio.


Kader Abdolah: El viaje de las botellas vacías.

Diseño del cartel, Lucio Gat.

PETI JIMÉNEZ: "PRIMAVERA-PINCELADAS DE ESCULTURA"